El nuevo superdeportivo de la clase media en la prueba diaria.
El equipamiento técnico del R7 es espartano. Aparte de ABS, no hay ayudantes técnicos. Sin control de tracción, sin modos de conducción, sin conducción por cable, sin ABS en curvas, nada. Yamaha solo ha donado un ordenador de a bordo al R7, que se opera a través de un interruptor de palanca.
Presumiblemente, Yamaha también quiere expresar de qué se supone que se trata el R7, es decir, conducir y no jugar. Queda por ver si esto será entendido por el grupo objetivo presumiblemente más joven. En cualquier caso, los ciclistas mayores no tenemos ningún problema con él y estamos bastante contentos de que el teléfono inteligente pueda quedarse en el bolsillo y no esté conectado a la bicicleta.
En términos de luz, el R7 se estropea con LED completo, incluidos los intermitentes. La pantalla LC invertida en la cabina es fácil de leer y no distrae de la conducción. Para ser honesto, ni siquiera lo miramos durante nuestras pruebas de manejo, así es como se supone que debe ser.
Por cierto, por unos baratos 170 euros hay un QuickShifter, que solo funciona hacia arriba, es decir, sin la función Blipper. Para un súper atleta, nos hubiera gustado un assi cambiante en ambas direcciones. Pero no importa, gracias al embrague suave como la mantequilla, también es posible prescindir por completo.
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